viernes, 23 de agosto de 2019

Incluyendo a TODES

Eh escuchado hablar de inclusión infinidad de veces.
Tengo conocidxs que trabajan en inclusión.
Hay teorías que hablan de incluir, estrategias, espacios, etc.
Cuando comencé a utilizar la E recibí criticas de todo tipo.Que si quería
incluir que vaya  a estudiar “lenguaje” de señas, que el uso de la E era
una pavada que no servía para nada, que nos hacíamos las rebeldes,
que queríamos cambiar hasta la forma de hablar, que que nos pensábamos
las feministas, etc, etc, etc.
Fui a estudiar lengua de señas ahí descubrí que es una lengua y no un
lenguaje porque el lenguaje es una capacidad del ser humano,en cambio
la lengua es un sistema de comunicación propio de una comunidad.
También me contaron que esa lengua, como todas las lenguas,
se va modificando, que los más jóvenes siempre introducen cambios,
y que hace poco pidieron que el TODES comience a ser parte de esta lengua.
No solo eso, un dato muy curioso, y que aún estoy tratando de masticar,
es que en los comienzos de la lengua de señas en argentina, había dos
escuelas, a una asistían los varones, a otra, las mujeres.
Cuando estos querían comunicarse, no podían entenderse, ya que su lengua,
era diferenciada. A la hora de unificarla, una predomino sobre la otra,
claro, la de los hombres paso a ser la única.
Hace poco, comencé con mi amiga un seminario de género, discriminación
y desigualdad, solemos anotarnos en todos los cursos que podemos,
amamos estudiar y habitar espacios de formación sin importar si la misma
es académica, popular, introductoria, de postgrado, de un encuentro solo o
de largos periodos, si podemos, lo hacemos.
En la primera clase nos pidieron que no nos sentemos en las dos primeras
filas del auditorio porque allí se ubicaban las compañeras sordas y las
ciegas, había traductoras de lengua de señas, había mujeres, trans
travestis, varones, compañeras sordas, mudas, adultxs, jóvenes, etc.
Una diversidad pocas veces vista en espacios de formación,
conviviendo y respetándonos.
En el segundo encuentro nos dieron la bienvenida y Claudia Soto, la
vicerrectora del Joaquín V. Gonzales (espacio de formación si los hay),
nos explicó que esta era una experiencia pionera en el país que
estábamos construyendo algo nuevo entre TODES, apareció la E otra
vez para hacerme mil ruidos internos. Las compañeras ciegas explicaron
que necesitan que los textos sean en un formato especial para poder ser
trabajados por ellas, que si hay un power point frente a ellas o cualquier
tipo de imagen debe ser descrita con detalles que ellas así pueden
representar en su mente, a la vez las compañeras sordas solicitaron que
se hable de a una, que cada una levante la mano antes de hablar, que lo
hagan de frente para poder leer nuestros labios, que pausemos el habla
para que puedan entendernos y ser traducidas, etc.
Claudia también nos dijo que “es interesante el lenguaje inclusivo porque me
estoy retorciendo el cerebro cuando lo estoy haciendo y sé a quién me refiero,
y a quien quiero nombrar, es una estrategia política” y ahí sentí que en esa
simple frase se resumía una lucha, el de poner en una E a todes les
diversidades no binarias y que al hacerlo me obligo y obligo al resto a
pensarlas, aunque sea desde el enojo de la deformación del lenguaje.   Y ahí
vuelvo a pensar en la diferencia entre lengua y lenguaje y comienzo a pensar
que la E enoja, moviliza y genera preguntas porque pone en jaque un sistema,
el de comunicación propio de esta comunidad, y ningún sistema quiere ser
cuestionado y obligado a dar un giro copernicano donde se altere su forma.
En ese segundo encuentro, en un aula, comenzamos a interactuar todes
lxs presentes, claro que tuvimos que aprender en conjunto "como".
Realizamos un ejercicio de psicodrama, y me generó mucha ansiedad
pensar cómo íbamos a hacer para trabajar las compañeras sordas, con
las ciegas con las que creemos que vemos y escuchamos todo. La
consigna fue representar en una imagen estática, con nuestros cuerpos
la desigualdad. Sorpresivamente para la mayoría nos organizamos
velozmente, todas podíamos decirnos con gestos, con palabras, con señas,
con paciencia, con empatía, con sororidad, que queríamos representar.
Cada imagen fue distinta y reveladora, no había ningún grupo donde no
hubiera diversidad, todas conocíamos formas diferentes de desigualdad, y
las estábamos demostrando con el cuerpo.
Varias cosas me sorprendieron, la facilidad para representar la desigualdad,
lo instalada que está en nuestras cuerpas  la desigualdad, y la facilidad de
comunicación entre todes, cuando el deseo es incluir.
Ese día no solo pude representar la desigualdad con mi cuerpa, sentirla y
comprender que la tengo escrita en mí, sino también que pude sentir en carne
propia qué significa incluir. Consideramos ese día con mi amiga cuando nos
volvíamos muy emocionadas, movilizadas, comentando la jornada, que era la
primera vez, que sentíamos que estábamos incluyendo, que no hay barreras
físicas, sino que la inclusión es emocional, es interna, que tenemos instalado
en nuestra cuerpa la desigualdad, pero también la igualdad a la que queremos
llegar. Y que sabemos que la igualdad no es un punto de llegada, sino de
partida para seguir conquistando derechos y sanando almas. 





Ayelen Galeano


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